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Nacido en un pequeño pueblo de la provincia de Pontevedra llamado Portas, empieza a viajar a la edad de 8 años.
Por aquel entonces no estaba de moda casi nada, y viajar mucho menos. Su condición de músico de gaita en un coro de la escuela facilitó eso que sería luego su gran afición y pasión.
Gran afortunado entonces por conocer todos los rincones de su querida tierra en su tarea musical, más lo fue cuando los beneficios del arte de sus compañeros (él nunca cantó bien, y bailó lo justo, solo tocaba la gaita), se invertían en hacer excursiones recorriendo España. Hay que reseñar que cumplió los 8 años en 1.972 y que en aquellos tiempos no era costumbre salir del pueblo.
Fue músico hasta los 20 años. A los 21 inició su vida profesional que le deparó muchos cambios de domicilio, y una trabajosa pero aceptable vida en la clase media que le obligaba a viajar, (casi nunca lo consideró una obligación, salvo algunas cosas…), y le permitió ahorrar lo suficiente para poder hacerlo también por placer.
Conforme su situación económica iba mejorando, los viajes eran cada vez más largos. Y libre de otros vicios, llegó a dedicar hasta un mes entero de cada año, a ese magnífico placer de viajar. Y así recorrió y aprendió, (que siempre fue muy curioso él), rincones inimaginables, personas increíbles y momentos inolvidables. No siempre se entendió, pero volvió a los sitios en los que pensaba que querían entenderle (como en su vida). Volvió a intentarlo y lo consiguió, porque siempre te entiendes si tienes interés y curiosidad. Y la curiosidad cuando naces y vives en un pueblo, tiende a infinito.
Aprender no es gratis, aunque resulte gratificante al final del proceso. En sus historias, hay muchas anécdotas divertidas, pero seguro que muchos momentos con el estómago apretado pensado… a ver como salgo de esta… (¡¡aunque esto nunca lo cuenta!!).
Con los años, con la buena evolución de la clase media de la época y con su razonablemente buena evolución profesional, tomó la decisión de sofisticar un poco sus viajes. Si bien es cierto que donde fueres haz lo que vieres, con los años se van generando excepciones como no ir en la bodega del avión, dormir en un sitio limpio por las noches, y aprovechar aquellas comodidades que se han ido poniendo a disposición del viajero.
Nada de lo que os cuente será ostentoso, pero ya os anticipo, que no serán experiencias de mochilero, que las tuvo y muchas, pero ahora solo explica lo propio de la edad, sin renunciar al principio de curiosidad. Hay una época para viajar con mochila y en la bodega del avión, facturado como animal de compañía, y otra en la que, si no puedes pagarte según que comodidades, mejor quédate en casa que la edad no perdona.
Sus principios básicos para ejercer esta afición tan dura de viajar son:

  • ¡Vuela cómodo! Son muchas horas y no es igual llegar hecho un guiñapo que en perfecta forma para la dura tarea de descubrir.
  • ¡No te impacientes cuando pases el control de pasaportes! Puede ser el final de un viaje que aún no has empezado.
  • ¡Alójate en sitios donde además de una cierta comodidad te echen de menos! No hay nada peor si te pasa algo, que depender de las personas a las que has dicho que te vas de viaje, porque cuando reaccionen será tarde, estarán lejos y además con un horario insoportable para hacer cualquier gestión.
  • ¡Ojo con cambiar en el mercado negro! Ya sé que es muy tentador el tipo de cambio (y si lo comparamos con el del aeropuerto a la llegada, es para sucumbir), pero los billetes no siempre son de curso legal, las personas que nos lo ofrecen no suelen ser buena gente, y además es fácil caer en una redada de la policía.
  • ¡Las noches son fantásticas para dormir! Al día siguiente vamos a tener un montón de cosas que ver y hacer, y mejor estar despiertos. Salir por la noche es siempre peligroso, incluso en nuestro lugar de origen, y lo es mucho más en lugares que no conocemos.
  • ¡Un seguro de viaje es muy conveniente! Veremos que tener un seguro de viaje puede ser gratis, y os aseguro que incluso pagándolo es de las mejores cosas que podéis hacer.
  • ¡Barato sí, pero…! Todo tiene un precio, y en el sector turístico, todo el mundo se gana bien la vida en cualquier país al que vayamos. Si alguien nos ofrece precios extremadamente bajos y además en privado, ya sé que es una lástima, pero mejor dejarlo.

Vamos, que aplicar el principio de prudencia es igual de bueno en la contabilidad que en los viajes. La aventura está en todo lo que vas a descubrir, y no es nada conveniente tentar a la suerte. Hay parques de atracciones de sobra donde segregar adrenalina y sin aparente riesgo, como para jugártela en un país desconocido.]]>