Una oferta cada vez más abundante de destinos, para atender la demanda creciente por parte de los usuarios tanto de negocio como de ocio, obliga a las compañias aereas a agruparse para dar soluciones cada vez más globales.
El gran problema de las compañias de bandera hace más de 20 años, era (además de la competencia low cost, la bajada de márgenes, el precio del combustible, etc), la necesidad de dar soporte a sus clientes en aquellos destinos donde ellas no operaban. Se trataba de buscar socios que complementasen el número de destinos a disposición de los clientes, al margen de que fuesen prestados por otras compañías. El cliente de negocios busca proveerse de servicios tanto en compañías aereas como en hoteles, dónde pueda tener los privilegios de su proveedor habitual, y la sensación que allí dónde vaya, serán tenidas en cuenta, así como sus preferencias que una vez configuradas en su compañia, serán tenidas en cuenta por todas las que presten el servicio.
No ha sido una evolución fácil, ni mucho menos. Las integraciones empezaron con grandes compañías que tenían acuerdos de colaboración y poco a poco se fueron añadiendo servicios comunes, a la vez que se sumaban otras aerolineas.
La consideración de los vuelos operados por otra compañía, implicaba una gran ventaja para el pasajero, pero una gran complicación para la linea aerea. Acostumbradas a trabajar con sus clientes en los destinos habituales, se encontraban con clientes de otras compañias asociadas, a las que tenían que prestar el mismo servicio. Los vuelos de conexión y el billete único fueron los precursores de ese cambio que hoy en día es casi imperceptible. Claro está que las compañías siguen siendo un mundo cada una, y si te toca viajar con LATAM, por mucho que tu billete sea de Iberia, AA, o cualquier otra compañía de Oneworld, te van a tratar mal!! Pero porque ellos son así, no tiene nada que ver con la integración de servicios.]]>